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Don Álvaro del Portillo: un hombre fiel

Pedro Cruz, socio del Club Universitario Balanyá publicó columna de opinión en la Revista Crónica sobre don Álvaro del Portillo. La reproducimos a continuación:

Publicado en Febrero 06, 2014

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El decreto de la Congregación de las Causas de los Santos para la promulgación de las virtudes heroicas del Siervo de Dios Álvaro del Portillo de fecha 28-6-2012 resume lo siguiente “Vir fidelis multum laudabitur (Prov 28, 20). Estas palabras de la Escritura manifiestan la virtud más característica del Obispo Álvaro del Portillo: la fidelidad. Fidelidad indiscutible, sobre todo, a Dios en el cumplimiento pronto y generoso de su voluntad; fidelidad a la Iglesia y al Papa; fidelidad al sacerdocio; fidelidad a la vocación cristiana en cada momento y en cada circunstancia de la vida. “La fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor”, dijo el Papa Benedicto XVI. Don Álvaro ha sido ejemplo de caridad y de fidelidad para todos los cristianos. Encarnó plena, ejemplar e íntegramente sin retazos ni excepciones, el espíritu del Opus Dei, que llama a los cristianos a buscar la plenitud del amor a Dios y al prójimo a través de los deberes ordinarios que forman la trama del día a día. “Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar a los demás con el trabajo”: se puede decir que esta es la descripción más exacta de la intensísima actividad desplegada por Don Álvaro primero como ingeniero, después en el ministerio sacerdotal y, finalmente, como Obispo. Prodigó sus energías en todas las tareas que realizó, convencido de que cada una constituía un instrumento con el que podía colaborar en la misión salvífica de la Iglesia.
Con lo anterior, pienso que queda claro la importancia de la figura de Don Álvaro como un ejemplo a seguir para todos. Como continúa el Decreto de las Virtudes Heroicas “Don Álvaro nació en Madrid, el 11 de marzo de 1914, tercero de ocho hijos en un hogar cristiano. Fue doctor en ingeniería de caminos, en historia, y en derecho canónico. En 1935, a los 21 años, pidió la admisión en el Opus Dei. Pronto fue el colaborador más estrecho de San Josemaría. El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote y desde entonces se entregó con generosidad al ejercicio del ministerio sagrado. El mismo día de su ordenación, el Fundador lo eligió como confesor.

También la Santa Sede le confió numerosos encargos: durante el Concilio Ecuménico Vaticano II fue Secretario de la Comisión de disciplina cleri et populi christiani, artífice del Decreto Presbyterorum Ordinis, Perito de las Comisiones de Episcopis et diœcesium regimine y De religiosis. Después, Consultor de la Sagrada Congregación del Concilio, Calificador de la Suprema Congregación del Santo Oficio y Consultor de la Pontificia Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico; Juez del Tribunal para las causas de competencia de la Congregación de la Doctrina de la Fe y Consultor de esa misma Congregación. También fue Secretario de la Comisión para los Institutos Seculares en la Sagrada Congregación de Religiosos, Consultor de la Congregación del Clero, Consultor del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y Consultor de la Congregación de las Causas de los Santos.
El 15 de septiembre de 1975 fue elegido primer sucesor de San Josemaría al frente del Opus Dei. La continuidad en la aplicación de las enseñanzas del Fundador fue el punto central de su programa de gobierno, y puso todos los medios para alcanzar un objetivo especialmente preparado por San Josemaría: la configuración canónica adecuada al carisma fundacional del Opus Dei, que se obtuvo el 28 de noviembre de 1982, cuando el Beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei como Prelatura personal y nombró Prelado a Álvaro del Portillo. El 6 de enero de 1991 recibió la ordenación episcopal de manos del Papa. En la madrugada del 23 de marzo de 1994, apenas unas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, el Señor lo llamó a Sí. Ese mismo día, el Beato Juan Pablo II acudió a rezar ante los restos mortales del Siervo de Dios y, tras orar en silencio, recitó en voz alta la Salve Regina.
El pasado 5 de julio del 2013 se hizo público el milagro realizado por la intercesión de Álvaro del Portillo que la Congregación por la Causa de los Santos daba por bueno para culminar el proceso de beatificación.
El milagro es la curación del bebé chileno José Ignacio Ureta Wilson, quien con pocos días de vida sufrió numerosas y graves complicaciones de su salud hasta el punto de que con un mes de vida, sufrió un paro cardíaco entre 30 y 45 minutos. Sus padres pidieron la intercesión celestial de Álvaro del Portillo y el niño sobrevivió. Actualmente José Ignacio no presenta graves secuelas de las pasadas dolencias.
El milagro de curación de José Ignacio puede ser visto en: http://www.youtube.com/watch?v=l33sB8ohhZ0

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