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El jueves 21 de junio se tuvo el cineforum del Club Universitario sobre una película clásica: Casablanca.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gentes de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo.
“Hay valores por los que merece la pena hacer sacrificios”, así define el guionista Howard Koch la esencia de una película de las de antes pero con vibración de eternidad. El paso de los años se revela anecdótico en historias que, como ésta, no han sido concebidas para definir una época, sino para estremecer el corazón del hombre. Casablanca es un clásico sencillamente porque lo que en ella está en juego –ese puñado de valores de los que habla Koch- siempre interesa, y atrae, y emociona. Y si la historia del Rick’s Café Américain vino a convertirse en el paradigma del romanticismo, no es menos cierto que desde su alumbramiento allá en 1942 quedó también inventada una nueva terapia contra la desesperación, una medicina que conviene recetarse cuando perdemos algo de eso que podemos denominar confianza en la condición humana.
Con estas actividades se busca promover el sentido crítico entre los universitarios de Balanyá.
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